Juez Zepeda
dictó condenas por crímenes de Charles Horman y Frank Teruggi
Missing: Espinoza, González
y el misterioso gringo DavisFuente: El Mostrador 3 de febrero de 2015
Por Jorge Escalante
Tras 41 años de los asesinatos del periodista estadounidense Charles
Horman y del estudiante de Ciencias Políticas de la misma nacionalidad, Frank
Teruggi, ocurridos en el Estadio Nacional después del golpe de Estado, el
ministro Jorge Zepeda condenó a 7 años de presidio como autor de ambos
homicidios al brigadier y ex segundo de la DINA , Pedro Espinoza Bravo. También condenó a dos
años de libertad vigilada al ex agente civil de la Fuerza Aérea de Chile,
Rafael González Berdugo, como cómplice del crimen de Horman. A la vez,
sentenció al fisco a pagar $200 millones a la viuda de Horman, Joyce, y la
misma suma a Janis Teruggi, hermana de Frank.
La noche
del 10 de septiembre de 1973, Horman y su amiga Terry Simon llegaron tarde a
Viña del Mar. A las once de la noche entraron al Hotel Miramar y pidieron una
habitación. Les dieron la 315. Joyce, la esposa de Horman, no pudo viajar con
ellos a Valparaíso y Viña porque debía renovar su pasaporte. Era un viaje para
mostrar a Terry las bellezas de ambas ciudades. Pero Horman no estaba en Chile
para hacer turismo. Se había instalado en el país, al igual que Teruggi, para
seguir de cerca la revolución hacia el socialismo.
Los dos
formaban parte de la agencia de prensa Fuente de Investigación Norteamericana,
FIN, de la cual Horman era cofundador. Horman intuía que en las próximas horas
ocurriría un golpe de Estado en contra del Presidente Salvador Allende, y que
éste lo iniciaría la Marina
en Valparaíso.
Sin embargo, lo que no sabía era que el capitán de navío de la Defense Intelligence
Agency, DIA, Ray E. Davis, le seguía los pasos desde hacía algún tiempo.
También a Teruggi y a todos los ciudadanos estadounidenses establecidos en
Chile que mostraban simpatía con el gobierno de la Unidad Popular.
Ante la presión del gobierno estadounidense que calificó el caso
Horman-Teruggi como un pretty scandal, el 21 de marzo de 1974 el agente
González Verdugo, acompañado del vicecónsul de Estados Unidos James Anderson,
ubicó el cuerpo de Horman en la fosa común del cementerio. Tenía ocho balazos.
Lo llevaron a la funeraria San Pancracio para que lo embalsamaran y cuatro días
después su padre pudo llevárselo a su país. En 1982, el cineasta Costa-Gavras
inmortalizó el caso Horman con la película Missing.
Davis era
el Jefe del Grupo de Asistencia Militar de Estados Unidos en Chile, instancia
responsable de centralizar la intervención golpista del gobierno de Richard
Nixon para derrocar a Allende. Un hombre acostumbrado a caminar por la sombra,
lejos de miradas intrusas.
La misma
noche del 10 de septiembre, la embajada de Estados Unidos en Santiago se enteró
de la estadía de Horman y Simon en el hotel, según un documento desclasificado:
“Los dos se registraron en el Hotel Miramar en la pieza 315. Horman dio la
dirección de Paul Harris 425 en Santiago y dijo que era escritor”. La
información era del oficial de la
Marina estadounidense Art Creter, quien también estaba en
Chile en los preparativos del golpe y se alojaba en el Miramar.
En
paralelo, los agentes de la CIA
instalados en Santiago habían instaurado el llamado The MHCHAOS Program, cuyo
objetivo era el seguimiento, intercepciones telefónicas, vigilancia y espionaje
de periodistas y ciudadanos estadounidenses que permanecían en Chile
interesados en cubrir el avance hacia el socialismo del gobierno de Allende. El
archivo que fabricaron en esta operación lo llamaron The Family Jewels.
Ocurrido
el golpe, el 15 de septiembre Davis llamó por teléfono al capitán de la Marina chilena Raúl
Monsalve Poblete, oficial de enlace entre la Armada chilena y el Grupo que comandaba Davis.
–Necesito
un salvoconducto para viajar en mi automóvil desde Viña del Mar a Santiago…
llevo invitados.
Davis
condujo su automóvil a la capital: sus invitados eran Horman y Terry Simon.
Por esas
horas en Valparaíso y Viña habían sido presentados por el coronel del Ejército
de Estados Unidos Patrick Ryan, quien estaba en Chile desde hacía nueve meses y
venía de la Base Militar
de Pendleton en California. Un feroz anticomunista que había estado en la
guerra de Vietnam y Bahía Cochinos. En el Miramar, Ryan se les acercó de manera
amable en el vestíbulo para tener el placer de conocerlos, dijo a Horman y
Terry.
Davis
llegó a las tres de la tarde a Santiago sitiado por patrullas militares y dejó
a los invitados en el Hotel Carrera, en diagonal al Palacio de La Moneda , donde estos
quisieron engañarlo diciéndole que se hospedaban allí. Pero Davis sabía que era
mentira. La embajada de Estados Unidos quedaba entonces justo frente al Carrera
por Agustinas.
Mientras tanto, el Comando de Área Jurisdiccional de Seguridad Interior, CAISI, creado
en Santiago, con sus cinco agrupaciones, desde el mismo 11 de septiembre había
tomado el control de todas las operaciones represivas, estableciéndose por
sobre el Estado Mayor de la
Defensa Nacional , EMDN, que presidía el vicealmirante
Patricio Carvajal e integraban el general de Ejército Augusto Lutz y el general
de la Fuerza Aérea
Nicanor Díaz. Hasta entonces el EMDN fue siempre la estructura superior de mando
militar en Chile. Los CAISI fueron creados en cada provincia del país y en
ellos estaban representados los mandos superiores de las provincias de las tres
ramas de las Fuerzas Armadas y los respectivos Servicios de Inteligencia.
EN LA OFICINA DE LUTZ
Dejados
en el Hotel Carrera y producto del toque de queda, Horman y Simon decidieron
cenar y alojarse allí esa noche. A la mañana siguiente, salieron para ir donde
los esperaba Joyce en una casa de la Avenida Vicuña Mackenna. Era el día 16 de
septiembre. El día 17 Terry se alojó en el Hotel Riviera en el centro de
Santiago. Allí la buscarían a Charles y Joyce al día siguiente, el 18. El
matrimonio haría los trámites en el consulado de Estados Unidos frente al
Parque Forestal, para intentar que los tres viajaran rápidamente de regreso a
su país. Chile era ahora una guillotina que pendía sobre sus cuellos.
Pero no
llegaron el 18. El 19 de septiembre Joyce la buscó en el Riviera para darle la
noticia entre lágrimas: “Anteayer
detuvieron a Charles”.
El
capitán Davis había informado del
arribo de Horman a Santiago al
general Augusto Lutz, jefe del
Servicio de Inteligencia Militar, SIM.
La
tarde-noche del día 17 Horman fue conducido a la oficina de Lutz en el edificio
de las Fuerzas Armadas, en Alameda con Zenteno.
Ahí lo esperaba el coronel de rango civil de
la Fach , Rafael
González Verdugo, viejo agente de inteligencia que venía infiltrando a
organizaciones sociales y sindicales desde comienzos de los años sesenta. Fue él
quien lo interrogó. El interrogatorio fue extenso y extenuante, pero sin
violencia. Desde allí lo llevaron al Estadio Nacional, que ya operaba como
centro de detención, tortura y
exterminio. Alcanzó a estar pocas horas. Al día siguiente, el 18 de
septiembre, fecha de la instalación de la Primera Junta de
Gobierno de Chile, su cuerpo apareció tirado en una calle de Santiago con
múltiples impactos de bala. Lo ingresaron a la morgue y lo sepultaron en una
fosa común en el Cementerio General de la capital. No se alcanzó a cruzar con
su amigo Teruggi en el estadio.
El 20 de septiembre de 1973 el general Lutz se comunicó con la Dirección de
Inteligencia de Carabineros y ordenó el arresto de Teruggi. Lo detuvieron junto
a su amigo David Hathaway. Los llevaron a la Escuela de Suboficiales de esa policía. Al día
siguiente los condujeron al Estadio Nacional, donde mataron a Teruggi. El 22 de
septiembre lanzaron el cuerpo a la calle y apareció en la morgue. Hathaway fue
liberado seis días después y aún vive.
EL ESPINOZA DEL PODER
En el
estadio mandaba el mayor Pedro Espinoza
Bravo. Es una de las novedades de la investigación del juez Zepeda, porque
hasta ahora siempre se supo que el comandante de ese lugar era otro Espinoza:
el coronel Jorge Espinoza Ulloa. El mismo que luego fue el comandante de la Secretaría Nacional
de Detenidos, Sendet. Si bien éste
estaba al mando del estadio, permanecía bajo el mando de Espinoza Bravo.
Espinoza Bravo, el hombre de la Caravana de la Muerte y de
muchas otras caravanas del terror, operaba en el Departamento II de
Contrainteligencia del EMDN y era jefe del mismo departamento del Ejército. En
el estadio fue quien decidió quiénes debían morir, lo mismo extranjeros y
chilenos. Y no sólo lo decidió, sino también se encargó de verificar que las
muertes ocurrieran. Así lo estableció el proceso, aunque él lo sigue negando.
El 12 de octubre de 1973,
el capitán Ray E. Davis y el embajador de Estados Unidos Nathaniel Davis, se reunieron con Pinochet para tratar el caso Horman. Pero de su muerte
nada informan a su padre que ya estaba en Santiago para buscarlo. Tampoco
informan a su esposa Joyce que residía en Chile.
El 30 de octubre de ese
año, el general Lutz emitió un informe oficial sobre la “investigación”
realizada por el régimen militar acerca de las muertes de Horman y Teruggi,
pedida por el embajador Davis. “La
información que se dispone es que los ciudadanos Horman y Teruggi habrían sido
muertos por extremistas disfrazados de militares”, informó Lutz.
Ante la presión del
gobierno estadounidense que calificó el caso Horman-Teruggi como un pretty scandal, el 21 de marzo de
1974 el agente González Verdugo, acompañado del vicecónsul de Estados Unidos
James Anderson, ubicó el cuerpo de Horman en la fosa común del cementerio.
Tenía ocho balazos. Lo llevaron a la funeraria San Pancracio para que lo
embalsamaran y cuatro días después su padre pudo llevárselo a su país.
En 1982, el cineasta Costa-Gavras
inmortalizó el caso Horman con la película Missing.
El
abogado Sergio Corvalán, que representa en el proceso a Joyce Horman y Janis
Teruggi, dijo a El Mostrador que
“los crímenes cometidos en contra de
ciudadanos estadounidenses en el Estadio Nacional, ocurrieron en el contexto de
un genocidio en contra de extranjeros tras el golpe militar”.
De
acuerdo a informaciones oficiales chilenas, en el Estadio Nacional llegaron a
existir 29 ciudadanos estadounidenses detenidos.
El
jurista agregó: “Los militares chilenos que detuvieron y llevaron a cabo los
homicidios de Horman y Teruggi, lo hicieron en forma concertada con las fuerzas
estadounidenses que intervinieron en el golpe de Estado. Ellos utilizaron
información precisa proporcionada por el capitán
de navío Ray. E. Davis, que dirigía las investigaciones secretas de
seguimiento de ciudadanos norteamericanos los días previos al golpe”.
El Estado chileno no es parte en este juicio a través del Programa de
Derechos Humanos del Ministerio de Interior.
EL ÚLTIMO MISTERIO
El 18 de octubre de
2012, la Corte Suprema
chilena pidió a Estados Unidos la extradición del capitán de navío Ray E. Davis, ya debidamente procesado
en ausencia por el juez Jorge Zepeda. Pero, fiel a caminar siempre por la
sombra, el gringo estaba oculto en Chile
con identidad falsa y casado con Patricia, una chilena que hoy vive en Miami.
Sin embargo, en
Santiago seguía cobrando su pensión de ex agente con su verdadero nombre. De todos aquellos misteriosos pasos de Davis, las
autoridades estadounidenses jamás informaron a los tribunales chilenos.
Lejos del mundanal
ruido, el hombre clave y coordinador con el golpismo chileno de las actividades
de Estados Unidos en Chile para, primero desestabilizar el gobierno de la Unidad Popular y
luego derrocar a Allende, murió el 30 de
abril de 2013 a
los 88 años. Abandonado por su mujer, estaba internado en un hogar de
ancianos en la comuna de Providencia. En el Cementerio Parque del Recuerdo
existe un registro de la cremación de su cuerpo. Sus cenizas desaparecieron.
Años después de los
asesinatos de Horman y Teruggi, Rafael González Verdugo cambió la V
de su apellido por una B. Ya como
Berdugo, en 1977 se asiló en la embajada de Italia diciendo que lo perseguía la DINA.
Allí , en enero de ese
año, lo interrogaron funcionarios de la embajada de Estados Unidos. Su tifa de
agente tenía el número 27759. “Fui el
único oficial de la
Fuerza Aérea de Chile que el 11 de septiembre de 1973
participó en la toma del Palacio de La Moneda ”, les dijo.
Italia lo sacó de
Chile. Una tarde de 1980, haciéndose pasar por disidente de la dictadura
chilena, se fue a tomar el té con el padre de Horman.
Después de 1990, regresó a Chile y se hizo pasar por
exonerado político. Hoy está acreditado como tal y recibe una pensión del
Estado.
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